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7 dic 2010

La lluvia proseguía


Intérprete: Clara Montes
Título: La lluvia proseguía
Letra: Rafael de León
Música: Clara Montes
Disco: A manos llenas
Año: 2009


“Tiene, como Rafael de León, la aristocracia generosa del alma que sabe darse a los demás con su voz, y la solidaridad de poner emoción en las pasiones y el sufrimiento de los otros.”

Manuel Francisco Reina

Es madrileña. Por su sangre corre la de Rafael de León. Nació en Madrid el 31 de diciembre de 1968 y aunque en ocasiones Clara Montes reivindique su lugar en la canción de autor andaluza, es innegable su vinculación a la copla y su buen hacer para este género.

De muy niña se trasladó a vivir a Cádiz. Allí desarrolló sus inquietudes musicales teniendo siempre como referente a Carlos Cano, quien años más tarde le mostraría su afecto y admiración, llegando a colaborar juntos en el disco del granadino “El diván del Tamait” (1998), tras su muerte haciendo una escalofriante versión a dúo del “Tango de las madres locas” en el álbum “Que naveguen los sueños” (2001), o participando en homenajes como el que Cuba rindió a Carlos Cano en el Teatro Nacional de La Habana junto a Pablo Milanés y Javier Ruibal.

Decidió con elocuencia acercarse a la copla de manera sencilla y alejándose de clichés, con su voz clara y melodiosa. Apasionada del flamenco y la poesía, bordea siempre la canción popular y moja sus creaciones de sonidos ricos y jugosos, asumiendo que la copla es un género abierto y siempre en evolución, con el que merece la pena jugar para enriquecerlo.

Autora de muchas de sus canciones, Clara Montes se situaría entre esas voces diáfanas de las grandes divas, quizá cerca de cancioneras como María Dolores Pradera, aunque con un mayor afán creativo y arraigo andaluz.

Empezó cantando poemas de Antonio Gala y siguió componiendo sus propias canciones y pincelando la copla con creaciones propias como “A pie van mis suspiros”, “Soledad”, “Los niños de la guerra”, “Tiene que tiene”, “Luna brava”, “Fado de luna”, “Corazón tatuado”, “La estrella”, “De carne y verso” o “La mirada violeta”. También optó por registrar personales versiones de coplas clásicas como “El día que nací yo”, “Procuro olvidarte”, “Tatuaje”, “María la portuguesa”, “Luna de abril”, “Habaneras de Cádiz”, “La murga de los currelantes”, “Romance de curro el Palmo” o “La Tarara”.

Pero en 2009 decidió inscribirse plenamente en este género con un trabajo titulado “A manos llenas” (2009) con el que Clara Montes quiso rendir un personal homenaje al poeta sevillano Rafael de León. La razón principal era que en 2008 se cumplía el centenario del nacimiento del poeta, y la segunda (no menos importante), que Clara Montes es familia de Rafael de León, aunque ella nunca haya querido afirmarlo públicamente, posiblemente por la profunda admiración que siente hacia su obra.

En el álbum, a parte de repasar coplas emblemáticas de las diferentes etapas creadoras de Rafael de León como poeta y compositor (“La rosa y el viento”, “Y sin embargo te quiero”, “Mi amigo”, “La loba”, “Ten cuidado”, “Ay pena, penita” o “Rosa venenosa”) también se recoge el incandescente “Te quiero, te quiero” que Nino Bravo inmortalizó en 1969 (obra de Rafael de León y Augusto Algueró, en un momento en el que los compositores de copla tuvieron la necesidad de buscarse un futuro en otros estilos) o dos piezas inéditas: “A manos llenas” (una rumba que con letra de Rafael de León y Manuel López-Quiroga Clavero fue musicalizada por Manuel López-Quiroga Miquel y quedó sin registrar) o “La lluvia proseguía” (un poema de Rafael de León al que Clara Montes quiso poner melodía y voz).

“La lluvia proseguía” es una copla otoñal, de tarde lluviosa y oscura -quizá de chimenea de leña en un salón caoba, o de habitación austera en un edificio viejo-, evocadora y sugerente. Está basada en un verso que Rafael de León escribió en 1930, a la temprana edad de 22 años, dedicado a Conchita Herrero y titulado “Lluvia”. El poema fue musicalizado en los años 30 aunque con escaso éxito. Clara Montes lo rescató 79 años después de su composición para volver musicalizarlo e incluirlo en un disco en homenaje al poeta sevillano.

Esta copla, a la que Clara Montes dio aire de bulería, es una doble declaración de amor en la que la lluvia siempre aparece como testigo del breve momento en el que dos enamorados se confiesan. Ella comienza con un “¡Te quiero!” al que le sigue un dudoso “¿Me querrías tú lo mismo?”. Él responde un “¡Para toda la vida!” y de nuevo otro “¡Te quiero!”, aunque finalmente el protagonista duda del sentimiento de ella y la lluvia reseña, como en todo el desarrollo del poema con los sentimientos variables, su duda amarga: “¡Para toda la vida! / dijiste sonriente / y una duda escondida / me atravesó la frente. / En la ventana oscura / la lluvia proseguía / rimando su amargura / con la amargura mía.

“La lluvia proseguía” tiene también ciertas cadencias de bolero-rumba, con un nostálgico piano de “arpegio triste” -que dice la letra- y un cajón flamenco que va marcando su tiempo de bulería.

Con guitarras de Josemi y Carlos Carmona, percusión de Juan Carmona y Antonio Montoya, contrabajo de Yelsi Heredia, piano y programaciones de Adrian Schinoff y palmas de Carlos Carmona, Juan Carmona y Machuca, esta copla se rescata o se reinventa nueva y majestuosa en la voz siempre elegante de Clara Montes.

La madrileña, símbolo de sobriedad y sencillez sobre el escenario, aparecía en la portada de este disco con una chaqueta dorada de bordados negros y el pelo suelto, evocando cierto aire de nobleza (hay que recordar que Rafael de León fue Conde de Gómara, Marques del Moscoso y Marqués del Valle de la Reina). Además ha vestido la copla de diseñadores de la talla de Jesús del Pozo.

Para la copla es tiempo juego, de experimentación respetuosa. Clara Montes personifica el paradigma del menos es más y lo demuestra a manos llenas, en esta lluvia que tantos años después prosigue llorando en los cristales.

¡Te quiero!, me dijiste,
y la flor de tu mano
puso un arpegio triste
sobre el viejo piano.

En la ventana oscura
la lluvia sonreía...
Tamboril de dulzura,
gong de melancolía.

¿Me querrías tú lo mismo?
Y en tu voz apagada
hubo un dulce lirismo
de magnolia tronchada.

La lluvia proseguía
llamando en la ventana,
con una melodía
antigua de pavana.

La lluvia proseguía
llorando en los cristales,
cortina de agonía,
guadaña de rosales.

¡Para toda la vida!,
te dije sonriente.
Y una estrella encendida
te iluminó la frente.

Después, casi llorando,
yo te dije: ¡Te quiero!
Y me quedé mirando
tus pupilas de acero.

¡Para toda la vida!
dijiste sonriente,
y una duda escondida
me atravesó la frente.

En la ventana oscura
la lluvia proseguía,
rimando su amargura
con la amargura mía.

La lluvia proseguía
llamando en los cristales,
cortina de agonía,
guadaña de rosales.

La lluvia proseguía
llamando en la ventana,
con una melodía
antigua de pavana.

La lluvia proseguía
llamando en los cristales,
cortina de agonía,
guadaña de rosales.

¡Te quiero!, me dijiste…

Web de Clara Montes
Video de Clara Montes cantando “La lluvia proseguía”

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